¿Cuántas veces has estirado el tiempo antes de ponerte a hacer una tarea que no te apetece?
Sabes que está ahí, en tu programación del día o de la semana. Que la tienes que hacer sí o sí. Que en realidad si te pones a lo mejor está lista en un par de horas…
Sin embargo sucede algo: el tiempo pasa, la tarea sigue en “pendientes” y tú estás mirando una página sobre cocina jamaicana o te has puesto a organizar la colección de sellos de tu bisabuelo.
De repente te apetece muchísimo poner una lavadora o hacer cualquier cosa en casa… lo que sea, antes de hacer lo que tienes que hacer.
En realidad, estás retrasando lo inevitable, y lo sabes.
Todos lo hemos hecho, es lo que se llama procrastinar.
Y no, en principio no es grave. Muchas veces no tiene más consecuencias que las puramente organizativas.
Otras veces, sin embargo, puede pasarte una factura psicológica si consideras que estás malgastando tu tiempo y perdiendo el control de la situación.
Y esto, cuando tienes un negocio que cuidar, puede ser peligroso.
Hoy te cuento por qué procrastinamos y cómo dejar de hacerlo, para que recuperes el control del tiempo.
“Lo hago después”.
“En un ratito ya me pongo”.
“Solo miro otra vez el correo y ya”.
“Una partida más, la última, esta vez es de verdad”.
Todos hemos procrastinado alguna vez, que no es otra cosa que postergar tareas, tanto del trabajo como de la vida personal.
Y seguramente todos nos sentimos mal porque sabemos que, en ese momento, no estamos haciendo lo que debemos.
A ver, no seamos dramáticos. Procrastinar de vez en cuando no tiene importancia. Como digo, nos ha pasado a todos.
Es más, hay quien dice que un poquito de procrastinación no está nada mal. Es un rato en el que aflojas tensión y te relajas un rato. Eso tiene sus ventajas.
Por ejemplo, el trabajo se retoma luego con más motivación después de esa pausa.
También, como no te estás exigiendo tanto mentalmente, le das margen a la creatividad y a que surjan nuevas ideas. ¿No dicen que las mejores ideas se te ocurren en la ducha?
Quizá ahora mismo estás procrastinando al ver este vídeo, y no pasa nada. Igual de aquí sacas un par de ideas útiles y luego ya te pones con eso que tienes pendiente.
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Ok, por un vídeo de diez minutos no pasa nada, pero cuidado: procrastinar también puede convertirse en un problema.
Eso sucede cuando pierdes el control de la situación. Siempre hay señales que te indican que algo no va bien.
Por ejemplo, cuando dejas tareas sin terminar y empiezas a incumplir tu programación.
O cuando todo te lleva muchísimo más tiempo de lo normal porque no eres capaz de centrarte. Tienes la cabeza en mil sitios a la vez.
O cuando tienes dificultades serias para organizar el trabajo como te gustaría, manejando tiempos razonables.
A eso me refiero con perder el control. Si eso sucede, vas a tener que lidiar con la frustración y seguramente un bajón de autoestima, porque sientes que algo se te está yendo de las manos.
Pero no hay que llegar hasta ahí. Puedes usar estrategias, trucos mentales para hackear tu cabeza y controlar tu tiempo. Te cuento algunos que creo que te van a ser útiles:
- Ponte metas cortas
Cuando tienes cero ganas de hacer algo, suele ser porque ves esa tarea como una montaña. La estrategia en este caso es reducirla a pequeñas colinas.
Puede ser muy útil utilizar uno de esos contadores de tiempo, hay aplicaciones en el móvil o el escritorio de tu ordenador.
Fíjate por ejemplo en el método Pomodoro. El reto es concentrarte durante periodos cortos, unos veinticinco minutos. En ese tiempo oblígate a centrarte en tu tarea. Luego, te das un respiro de cinco minutos y continúas.
Para ponerte metas cortas y que no se te escape nada del planning global hay que hacer algo muy importante: planificar.
Y, más importante aún:
- Planifica de forma realista
Otra cosa que puede suceder es que tus programaciones sean demasiado ambiciosas. Y claro, te es imposible cumplirlas.
Como ves que tu esfuerzo no da resultados, la motivación cae en picado.
Si no quieres que te pase eso y necesitas ayuda con la planificación, es justo uno de los grandes temas del Máster en Negocios Rentables. Ponerte metas, crear una hoja de ruta, aumentar la productividad y gestionar tu tiempo… todo eso lo hacemos en el Máster.
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¡Venga, no lo procrastines!
Mientras tanto, y volviendo a la planificación diaria, prueba a ponerte objetivos razonables y realistas. Si cierras el día habiendo hecho todo lo que te has propuesto, la satisfacción te impulsará para la siguiente jornada.
Esto lo puedes llevar al extremo planificando una sola cosa por día. Piensa en esa tarea que, si la terminas, ya das el día por bueno. Aunque sea pequeña. Luego si te sobra tiempo (y es muy posible que te sobre) ya lo dedicas a adelantar otras cosas.
¿Qué no sabes cómo priorizar la tarea más importante del día? Aquí va un truco infalible:
- Cómete el sapo
Esta es una técnica que a mí me parece muy práctica, y además el ejemplo es muy visual.
¿Quién quiere comerse un sapo? Nadie, obviamente.
El sapo es esa tarea que te da una pereza infinita, y que no te apetece nada, nada hacer. Esa en la que estás pensando ahora mismo que procrastinarías hasta el infinito, si pudieras.
Pues bien: sácate eso de encima lo primero.
Si lo tienes que hacer sí o sí, lo inteligente es que sea cuanto antes para poder quitarlo de delante. Así respirarás mejor y te habrás quitado un peso de encima, te sentirás con más energía para el resto de tareas.
Si después de eso aún te falta energía es porque no estás cumpliendo el punto número
- Date descansos
Pero descansos de verdad. No me refiero a que te pongas a hacer frenéticamente otra actividad. Sino a que te levantes de la silla, busques una ventana y dediques unos minutos a hacer… nada.
Y con eso ya estás haciendo bastante. Respira hondo, relaja los músculos, trata de que tus pensamientos bajen de revoluciones.
Luego, regresa a tus tareas. Ya verás como van más ligeras.
- Conócete a ti mismo y usa tus trucos
Hay personas que funcionan mejor con plazos cortos y con un poco de presión. Si es tu caso, úsalo a tu favor.
Si tienes dos días para terminar una tarea, réstale uno. Eso te va a obligar a centrarte y rematar.
Otras personas, por ejemplo, necesitan darse órdenes. Pero órdenes verbales, a veces incluso en voz alta.
Algo como: “Judit, ahora siéntate, bloquea las distracciones y ponte a hacer esa tarea hasta que termines”. Es un truco que te ayuda a establecer un diálogo interno contigo mismo y marcarte disciplinas.
Identifica qué técnica te va mejor a ti y no tengas reparos en usarla. ¡Date caña!
Ya ves, te acabo de dar cinco consejos muy sencillos pero ¿a que no los usas todos? Ponte a ello, y verás como tu productividad se dispara.
Muchos éxitos.
Judit Català